domingo, 31 de enero de 2016

Para mí.

Hoy no vengo con algo especial, solo quiero gritarme a mi misma. No esperes una discusión agradable, una discusión que alguien puede tener consigo misma puede durar años, y a pesar de los gritos cada vez más altos, o las treguas que te puedes dar a ti mismo, al final solo hay dos finales: una tregua hasta el siguiente asalto, o perder contra ti mismo. Y puede sonar irónico, pero uno puede perder contra si mismo si las fuerzas abandonan y no queda nada más por lo que luchar si llevas perdidas otras batallas sin ninguna derrota. Y sé que esto puede carecer de sentido, ya que estoy mezclando batallas con discusiones, pero, ¿acaso no son lo mismo? Al final siempre hay un perdedor y un ganador.

En mi vida, en mi mundo, en mi cuerpo, la perdedora soy yo. Hay muchas cosas por las que he luchado sin éxito, u otras, contra las que después de perder, he terminado ganando. Es todo subjetivo, es depende de como lo mires. Es ese punto de vista que cada uno tiene. Y en el mío, últimamente estoy empezando a perder de nuevo, y ya parece rutina. Ya no es perder una disputa contra alguien sobre temas diferentes de la vida, porque eso siempre ocurre. Es perder contra mí misma, contra las promesas que me dije convencida de que si las seguía todo iría a mejor. Pero no. Esto va para mí misma, para mis propias críticas, para mi hundimiento propio.

Empecemos con algo básico, ¿qué tal si hablamos del físico? Algo básico para mi no es, pero es algo que siempre entra a primera vista. En eso consiste el amor a primera vista, en el físico. Qué irónico que últimamente solo entren por los ojos (¿o debería decir por las zonas íntimas?). Pero esto no es una carta de protesta, de esa ya hay muchas, siempre exigiendo y criticando lo mismo, ¿no veis que vuestras palabras no sirven de nada? ¿No veis que todo es en vano? ¿Por qué seguir insistiendo si solo perdéis? Aquí no vengo a hundirme por los standars de belleza que tenemos, aquí vengo a hundirme por mis propios standars, y ya no por ellos en si ya que son parecidos a los de hoy en día. Aquí vengo a por mi propia crítica, para mí.
Esto puedo decírmelo muchísimas veces en voz alta, con amigos, o con familiares. Pero no es lo mismo, a veces si lo digo es porque quiero parar de hundirme a mi misma, porque necesito un: ''No digas eso que no eres fea.'' Que aunque no me lo crea, me ayuda a estabilizar mi cabeza contra mis propias críticas, para pararlas por un rato intentando enseñarme que no soy lo que pienso, intentando pararme a mí misma contra mi mayor debilidad: yo.Y sí, no es estúpido, me hiero a mi misma contra mí. Porque soy idiota supongo, o alomejor no. Puede que haga bien.
Pero dejémonos de metáforas, porque todo es esto es el conjunto llamado yo. Pero centrémonos en las pequeñas cosas que lo conforman: mi cuerpo. Y en algo todavía más específico: la cara. ¿Qué tiene mi cara para que pueda hacerme quererme? Nada, ni la sonrisa esa fea, ni los labios que mi madre dice ser bonitos, lo único bueno que tengo en esta cara redonda llena de granos y puntos negros son los ojos. Grandes y expresivos, pero al fin y al cabo, marrones. Como los demás, del montón. Por una cosa que tienen los demás igual o mucho mejor, ¿en serio vale la pena el esfuerzo de quererme? No. Y mi pelo, marrón, ni liso ni rizado, poco volumen. Una mierda. Como yo en general.
Prosigamos, ¿qué tal ahora con la parte central del cuerpo? El abdomen. Y analicemos parte por parte, empecemos con la parte con la cual estoy más acomplejada: mis pechos. Dos pequeños redondeles que sobresalen un poco de mi cuerpo. Con 16 años, y así de plana. Y no por estar delgada precisamente. Vayamos más abajo, donde están las costillas. Un cuerpo precioso es el cual sobresalen las costillas, no que se noten como a las anoréxicas no, sino que sobresalen dos bultos de donde está el final de estas. Que bonito por favor, un poco más y se notan más mis costillas que mis pechos. Que cuerpazo. Pero vayamos más abajo, que tampoco hay que olvidar la barriga que sobresale. Que no estaré gorda, pero tampoco estoy 100% bien. Esa chicha que sobresale cuando me siento es horrorosa. Y por no hablar de los pelos que tengo por todo mi abdomen/espalda, y de los granitos, que no falten. Que preciosidad de chica oye, ¿para qué voy a malgastar tiempo en quererme si no hay nada bonito en lo que buscar? Ni curvas que sobresalgan. Y una espalda curvada, deforme, como yo.
Vayamos ya al final, a la única parte donde puedo encontrar un resquicio de amor hacia mi misma: el culo y las piernas. Tengo un culo, no el mejor, pero al menos nací con algo aceptable, pasable. Algo que puede llamarte la atención entre un cuerpo que no vale nada. Pero tampoco nos precipitemos, que hay de mejores. Y luego mis piernas, mis queridas ''piernas de bailarina'', las cuales sobresalen unos muslos no gordos, pero tampoco finos. No estaría mal cortar carne de ahí. Y luego llegamos a mis queridos gemelos, los cuales no voy a decir nada mal sobre ellos porque son jodidamente preciosos.Con ese agujerito tan... tan que me gusta cuando flexiono las piernas. Es, sin duda, lo único que puede pasar mi examen de agrado.
Y por último, pasemos a las manos y los pies. Horrendas. No hay más. Odio los pies en general, así que no hay mucho argumento que dar a ello, pero a mis manos si. Son feas, con pelitos, y gorditas. Horrendas. Horrorosas.
Ya ves, en una escala del 1 al 10, me daría un 1. Y por mis gemelos.

Pero dejémonos del físico, que ahora viene la mejor parte: la parte que suele determinar si quieres o no conocer a una persona. Y en este caso, si tuviera la oportunidad de conocerme a mi misma, saldría corriendo. O alomejor hasta me metía un par de patadas y me mataba, para así poner fin al sufrimiento de todos por tener que aguantar a una persona como yo. ¿Y por qué digo esto? Porque es verdad, pensemos en los factores que pueden definirme como persona:
- Pesada: si, soy un incordio de chica cuando quiero, o cuando me lo propongo. Y eso es asfixiante, ¿quién quiere aguantar a una persona así? Nadie.
- Sonriente: ¿y a causa de qué? ¿Por qué es lo que siempre he querido ser? La chica típica que siempre sonríe y todos aman, que está ahí siempre que lo necesitas y que nunca has visto estar mal. Porque ese ánimo que tiene te enciende a estar feliz. Eso es a lo que quiero llegar, que aunque esté triste, me lo calle porque tengo que ser feliz. Y después de esta mierda de historia a la que quiero llegar en mi vida, estoy yo. Que si algo me preocupa no consigo esconderlo del todo. Soy una mierda, un fracaso hasta en conseguir mis sueños.
- Llorona: si, lloro más de lo que debería. Y es algo que me da asco de mi misma, porque soy débil y no aguanto nada que me dicen. Ni las críticas hacia mi persona las aguanto sin estar decaída y al final, llorar porque no soy lo que quiero ser.
- Curiosa: hasta el punto de meterme en problemas por preguntar demasiado.
- Desastre: con las notas, nunca tendré esos sobresalientes que mis padres esperan.
- Intento: de mil cosas, de escritora, de bailarina, de buena hija. De todo, para luego terminar dejando todo porque no sirvo para nada.
- Decepcionante: no sé realmente como definir esto. Pero he llegado a decepcionar mucho, a mis padres, a mis amigos, a muchísima gente. O a mi misma
- Imbécil, tonta, gilipollas, idiota: porque sí, porque he llegado a perder amistades porque soy así. Porque hago preocuparse a la gente por mi cuando no deberían porque lo soy. Porque no me quiero a mi misma.
- Perfeccionista: creo que no hace falta especificar o explicar por qué.
- Triste: pongo esto porque aunque no lo parezca, lo soy, y lo somos todos. Pero no es esa tristeza de adolescente porque mi novio me ha dejado, no. Eso no. La tristeza que tengo es por mí misma, porque todo este texto es sobre las cosas malas de mi misma, porque no me quiero. Y me entristece eso, ya que si no me quiero yo, ¿quién lo va a hacer? Y ya no es por ser querida por los demás o no, es por quererme, aceptarme como soy realmente. Por quererme y decirme todos los días al mirarme al espejo que aunque no sea la más guapa, hoy lo estoy, porque lo soy dentro de mis límites. Ya no es ser guapa o no, es aceptación. Es dejar de desperdiciarme porque no llego a ser lo que quiero ser, porque no soy perfecta. Eso es a lo que quiero llegar con esta mierda de texto, quiero solo dejar de desperdiciarme a mi misma con insultos porque me estoy haciendo daño. Y quiero parar, porque no es bueno escribir esto mientras lloro. Porque estoy cansada de insultarme cada día con un: ''trozo de mierda que soy.'' Quiero ser como esas chicas que se quieren y se aceptan a ellas mismas, no quiero llorar porque no soy como las chicas perfectas y preciosas que veo cada día, por las cuales todavía me martilleo más la cabeza porque sé que nunca seré tanto como ellas, y ya no porque yo lo veo sino por lo que veis los demás, las chica esa preciosa, modelo, de la que hablaste hoy. Estuviste media hora hablando de lo preciosa ya no físicamente, sino su personalidad. Es perfecta, para ti. Y me encanta que tengas esa confianza para hablarlo conmigo, pero siendo como soy, y siendo tú: me ha afectado esa forma de la que hablas de ella. Porque veo que nunca hablarías así de mi. Y si tú no lo haces, ¿por qué iba a hacerlo yo? ¿Por qué iba a hablar yo de mi a mi misma de esa forma? ¿Para qué? Si no soy ni 100 veces como ellas.
Admitámoslo, aunque algún día llegue a ese grado de aceptación, nunca llegaré a quererme a mi misma porque no soy lo que me gusta.

Creo que hay muchas cosas que definirían mi persona, pero estoy cansada de criticarme. Yo venía a gritarme, a exigir un cambio. Pero solo he conseguido recriminarme todo lo que nunca me he dicho realmente a la cara, solo en bajito, a oscuras, intentando disimularlo para que no doliera tanto. Pero aquí, al final lo he soltado todo.
Y duele sentir todo este odio hacia ti misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario